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Existencialismo Militante

Hemos hablado del político ideal como un orfebre que echa a parir una realidad nueva a partir de la que se dispone. Este político debe comprenderse a si mismo para llevar a cabo estas series de transformaciones de la realidad.

Para seguir adelante con este envío, y como se hizo en el anterior, quisiera plantear una serie de preguntas o nociones generales para poder explicar lo que se quiere decir cuando hablo de una política auténtica: ¿Qué es un político auténtico? ¿Cómo se es inauténtico? ¿Cómo nos afecta a nosotros, como militantes o como ciudadanos, el que la política sea auténtica o inauténtica? La pregunta remite a la autenticidad de la acción política.

Retomemos las ideas de Heidegger, motivo por el cual su servidor estudia lo que estudia y se realiza como se realiza, para su Ser y Tiempo (1927) y la totalidad de su obra la idea de autenticidad en marco de la existencia misma es una centralidad asi como su análisis de la cuestión del ser propiamente dicho.

A la pregunta por el ser, incógnita que perdura en la historia del pensamiento humano desde sus primeros registros, Heidegger responderá que el ser es un proceso en el cual todos formamos parte (de ahí, el titulo de su ensayo fundacional, Ser y Tiempo). En marco de este gran proceso, se toma la figura del hombre como aquella instancia más importante del ser, pues es el hombre el que puede ser protagonista de su propia existencia y tiene, no como las cosas materiales o el resto de animales, la capacidad de comprenderse a sí mismo.

Esta comprensión de sí es la capacidad de reflexionar sobre la existencia misma, y es donde juega la cuestión de la autenticidad o inautenticidad; se es inauténtico cuando se adopta una comodidad frente a las normas y a las formas, puesto que no se hace uso de la capacidad reflexiva para el cuestionar y actuar de forma diferencial. La comprensión de sí mismo es una cuestión central para nuestra existencia, una facultad propia de lo humano, lo que nos hace ser y nos hace proyectarnos en tiempo y espacio. Heidegger dirá que nos permite pensarnos como ser-ahí (Dasein).

Volviendo a la cuestión de la política auténtica o inauténtica, retomemos la noción del ser-ahí y la instancia de inautenticidad del mismo, pensemos a la política o al político como una instancia del Dasein (pues, tanto una como la otra son cosas que son, en marco de nuestra existencia humana). El político orfebre está obligado a ser auténtico, pues un político que desenvuelve su existencia conforme a las formas ya existentes es un mero gestor de la realidad, y no un transformador de la misma. Mucho se ha hablado en el envío anterior de la injerencia de la razón en la praxis política; es importante más que nunca el tenerla presente.

La política debe de ser auténtica, pues debe estar conectada profundamente con su realidad, y debe de comprender sus capacidades y metas para la transformación de la misma. No es nuevo esto, pues ya el autor citado habla de los existenciarios del Dasein para justamente estar al pendiente de la realidad, solo que obviamente habla desde la existencia del humano-individuo y no necesariamente desde el sujeto político, pero sí que habla de existencia como proceso individual; nosotros pensaremos a la política entonces como un proceso con su propio peso ontológico, osease, como una entidad en sí misma, mucho más fácil de definir que otras instancias de lo humano.

Es importante el pensar la política desde una mirada existencial, más que ideológica o programática, pues es necesario volver a dimensionar la capacidad de trascendencia y no de las meras formas, porque entonces ese encierro positivista que supone el no poder hablar porque no se cuenta con la gestión termina en lo que Heidegger dirá que es la caída, esto es, el proceso en el cual un Dasein se vuelve inauténtico. La inautenticidad lleva a que la gente descrea, a que se entre en un default de todo proceso social, y hará que los militantes, entonces, sean meros peones de agenda y no arquitectos de un nuevo orden.

Hagamos que la política sea un fin para echar a parir una realidad nueva. Para eso, pensemos nuestro movimiento como una entidad que se proyecta en el tiempo. Ello hará que evaluemos hasta nuestra existencia misma, nos llevara a reevaluar y volver a dar en el clavo a las cuestiones que hoy por hoy azotan a nuestro pueblo. Participemos entonces de un gran Dasein nacional.

Yorumlar


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