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La Pregunta por la Política

Generalmente, cuando nos autocuestionamos sobre la política, solemos responder con una valoración ideológica: la política no es más que la administración burocrática de la realidad, o una oportunidad para sacar un beneficio, la pensamos como algo que existe a costa de nosotros cuando en realidad es algo que existe por y para nosotros, pues es inherente al humano el no solo buscar organizar nuestra vida a través de ciertas ideas, sino también el identificarse con ellas.

En realidad, la política es más que administrar, más que un trabajo, el hacer política es un ejercicio que, justamente, se nos impone por el peso propio de la realidad misma, porque si algo es universal en la vida y en la existencia es la necesidad de un ordenamiento, desde saber a dónde va cada cosa y donde puede estar, seamos nosotros o sea nuestro cosmos.

Entonces, la política supone un ejercicio de ordenamientos, porque la política como asi el poder es algo que se ejerce, pues es una facultad a la cual todos tenemos acceso, y es algo que ordena a los distintos sujetos que tenemos, ahora bien, si no se dimensiona entonces la impronta que tiene el político, caeremos entonces en los significantes vacíos que se nos han instalado, no es un oficio.

Martin Heidegger nos comenta en su Pregunta por la Técnica (1954) que la tecnología no es simplemente un medio para facilitarnos la vida, sino que es un modo para, el llama, el des-ocultar una verdad, puesto que ya la técnica no es ya una herramienta, es una extensión de nosotros, de la cual necesitamos para parir una realidad nueva (necesitamos CPUs con más potencia para repartir cargas cada vez mas pesadas, necesitamos cámaras que cada vez capten mas detalles, necesitamos taladros que cada vez puedan perforar mas tierra. Etc.)

¿Hay coincidencias entre esta concepción de la técnica y la concepción de la política que se quiere explayar? Podemos concebir a la política como Heidegger lo hace con la técnica si revalorizamos el rol del que, justamente, hace política. En un momento del ensayo, para diferenciar la técnica moderna de la antigua, se recuerda la importancia que tenía el artesano para su producción.

El orfebre transforma los materiales para la producción a partir de una idea, o los griegos dirán que se trabaja desde una verdad revelada (ποίησις - Poiesis), no es que solo usa sus manos y su fuerza, sino que también estará poniendo una impronta personal, su inspiración. He ahí la diferencia entre la técnica moderna, que también parte de una idea, pero en vez de la creación o transformación como motivo principal esta estará guiada por la productividad y la eficiencia; hagamos énfasis en el orfebre de Heidegger entonces para pensar el que sería el cuadro político ideal:

Aquel que no solo ordena, ya sea a la tropa o a los distintos materiales, aquel que no solo gestiona, sino que transforma, aquel que no solo dispone, sino que crea sus condiciones, y aquel que no solo des-oculta la verdad, sino que crea una verdad nueva, es el político al cual todo militante o cuadro debe aspirar. Ya se seguirá hablando sobre si buscamos ser políticos auténticos o si la “rosca” nos consume.

La política no es solo un medio, es un ejercicio de la razón, para ordenar y transformar la realidad, es el arte para pocos artistas (o para aquellos pocos que no se diluyen en la vorágine) pues requiere de precisión y calculo en los momentos sensibles. Cuando preguntamos por la política, para qué sirve, el cómo la ejercemos y cuándo, tendremos en cuenta esta cuestión. 

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